El Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio ha incorporado a sus colecciones, un cuadro histórico que rememora un singular acontecimiento acaecido durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.
Los hechos ocurrieron el 20 de diciembre de 1943, luego que el cuadrimotor B-17F de la USAAF, al mando del teniente 2° Charles Brown, culminara una misión de bombardeo sobre instalaciones alemanas en la ciudad de Bremen.
Finalizada esta arriesgada misión, el aparato resultó con dos de sus motores averiados, además de numerosos impactos de proyectiles antiaéreos y de cazas alemanes que repelieron esta incursión.
Al momento de retirarse de la zona de combate, el artillero de cola estaba muerto y otros seis tripulantes se encontraban heridos.
Fue precisamente en ese momento que esta historia cobra su importancia, ya que durante el retorno a Inglaterra en condiciones muy preacarias, los tripulantes del B-17 se percataron que eran seguidos por un caza Messerschmitt Bf-109, el cual ya estaba en posición de tiro.
Cual fue la sorpresa de los norteamericanos, al ver que el avión alemán en vez de abrir fuego se situó al costado del bombardero y su piloto, Franz Stigler a través de gestos y señales, permitió que el cuadrimotor siguiera su dificultuoso vuelo a casa, para finalmente aterrizar en Norfolk, Inglaterra.
En 1987, 44 años después de aquel suceso, Charles Brown comenzó a buscar al piloto germano que les había perdonado la vida, para lo cual publicó un aviso en la prensa narrando dicha situación.
Para sorpresa del norteamericano, alguién le respondió desde Canadá, era Franz Stigler, quien aún estaba con vida y luego de mantener contacto por correspondencia y vía telefónica, pudieron reunirse en 1990.
En esa oportunidad Brown preguntó al alemán la razón de porque no los había derribado, perdonándoles la vida. Stigler respondió que no había nungún honor en derribar el averiado B-17, cuyas posibilidades de sobrevivencia ya eran mínimas. Esto se explica ya que el piloto alemán había servido en África a las órdenes del afamado Gustav Roedel, un caballero del aire, quien les inculcó a sus subordinados, que para sobrevivir moralmente a una guerra, se debía combatir con honor y humanidad.
Sin duda alguna, una especial história verídica, que hemos querido compartir con el público interesado en la historia aeronáutica universal.
Esta donación fue realizada por el Coronel de Aviación Duncan Silva D., quien lo recibió de manos de ambos pilotos en una base aérea en Canadá, durante una visita de la Escuadrilla Acrobática Halcones de la FACH.