El 9 de marzo de 1914, el teniente Alejandro Bello Silva despegó en un biplano Sánchez Besa bautizado “Manuel Rodríguez”, para efectuar un raid reglamentario de navegación aérea, con la finalidad de acceder a su título de piloto militar.
La prueba consistía en realizar el circuito Lo Espejo-Culitrín-Cartagena-Lo Espejo, en la zona central de Chile, vuelo considerado de dificultad menor.
Ese día las condiciones climáticas eran desfavorables, tanto así que en un primer intento, el teniente Bello debió desistir de su empeño y regresar al aeródromo de Lo Espejo, lugar en el cual al aterrizar dañó su aparato.
Posteriormente, en una segunda oportunidad y con el tiempo más favorable, Bello despegó en el Sánchez Besa con rumbo a su primera escala, aterrizando sin novedad en Culitrín, lugar en el cual almorzó y esperó que bajara la intensidad del viento. En la tarde, reinició el vuelo hacia Cartagena, pero más adelante se encontró en medio de una persistente bruma, siendo la ultima vez que se viera a este distinguido oficial, perdiéndose todo rastro de él.
Al saberse de su extravío, al día siguiente se ordenó con urgencia su búsqueda por aire utilizando diversos aviones de la Escuela, y también por mar con ayuda de la Armada. Las labores de búsqueda se prolongaron por un par de semanas hasta que finalmente, con fecha 29 de marzo, y ya dado por desaparecido, se llevó a efecto en su honor una ceremonia fúnebre en el patio de la Escuela Militar.
Este trágico suceso ha dado lugar a innumerables hipótesis y además, el alma popular lo inmortalizó con la célebre frase ”más perdido que el teniente Bello”, en alusión a quienes están errados, despistados, confundidos o sencillamente perdidos.