2.- El vuelo del Manutara

Unir en vuelo Chile Continental con Isla de Pascua era una aspiración entre la oficialidad de la Fuerza Aérea de Chile, y el Capitán de Bandada Roberto Parragué Singer, quien la había transformado en una meta personal. Durante 1950 planificó todo lo necesario para efectuar esta misión, buscando el apoyo indispensable de sus superiores y autoridades del país.

Una vez obtenidos los permisos, y el apoyo personal del Presidente de la República Don Gabriel González Videla, el Capitán Parragué continuó la planificación, que incluía los cálculos de navegación, proposición de tripulantes y elección del avión adecuado.

La aeronave escogida fue el anfibio Consolidated OA-10A Catalina N° 405, y la tripulación estaría compuesta por el Capitán Parragué, los Tenientes 2° Alfredo Aguilar Cerón y José Núñez Rousseau, el Subteniente Sabino Poblete Alay, el Sargento 1° Gilberto Carroza, el Sargento 2° Héctor López Celedón, y los cabos José Campos y Mario Riquelme. A ellos se uniría en calidad de Comandante de la aeronave, el Comandante de Grupo, Horacio Barrientos Jofré, Comandante del Grupo de Aviación N° 2.

La travesía se emprendió desde el Aeródromo de La florida en La Serena, al atardecer del 19 de enero de 1951, y tras 19 horas y 22 minutos de vuelo el avión, bautizado previamente como Manutara, por los originarios, arribó a Isla de Pascua.

Se cumplía así un objetivo de importancia política y estratégica, pues se afianzaba nuestra soberanía en Isla de Pascua; se explotaban nuevas rutas aéreas y se demostraba una vez más la capacidad de la Fuerza Aérea de Chile. Este vuelo permitió adelantarse por escaso margen al aviador australiano Patrick Taylor, quien esperaba unir Australia y Chile, con escalas en Tahiti y la Isla de Pascua.

EL RETORNO Y LA ESPERANZA PARA LOS RAPANUI

Debido al mal estado de la pista, el despegue de regreso tuvo que efectuarse desde el mar, situación que desafortunadamente se vio afectada por las condiciones del momento, dañando el avión e impidiendo el retorno. El Manutara llegó desarmado en un transporte naval al continente meses después.

Este infortunio no opacó, sin embargo, la gloria alcanzada gracias a la visión y energías del Capitán Parragué, además del valor de los tripulantes, el apoyo del Mando Institucional y del Gobierno.

El pacífico sur había sido conquistado por las alas chilenas. Sin duda, la nota emotiva y distinta en pro de la unión y el encuentro con el pueblo rapanui”¦ quizás un mensaje de esperanza y de futuro para todos sus habitantes.

Durante la llegada del Manutara el pueblo de la Isla ambientó el acontecimiento con sus tradicionales cantos: “Se reúnen los cantores de Hotu-Matua para rendir honores al Manutara, recuerdo de alegría de la Nación chilena por el avión enviado desde tan lejos. Te saludamos pues a ti, Manutara en tu llegada a Rapa Nui”, decía la letra de la canción.

LA HISTORIA DE TODO UN GIGANTE

Ubicada en el vértice oriental del gigantesco archipiélago de la Polinesia, la Isla de Rapanui ““también conocida como Isla de Pascua – tiene una historia muy particular. Desde su colonización inicial por inmigrantes polinesios, su extremo aislamiento favoreció el desarrollo de una cultura de rasgos únicos en el mundo, la que sólo ha podido ser reconstruida gracias al aporte de la arqueología y la etnología.

Hace unos tres mil años, navegantes procedentes del sudeste asiático se instalaron en las islas Tonga y Samoa, y a lo largo de los siguientes mil años iniciaron un proceso de colonización de la Polinesia. Según la tradición oral, el grupo habría estado encabezado por el Ariki Hotu Matu”™a, quien fundó el linaje dominante que en el futuro controlaría el acceso a los puestos sacerdotales y políticos.

Hacia el año 1.000, la sociedad de Rapanui alcanzó su máximo apogeo y experimentó un fuerte aumento demográfico, iniciándose la construcción de centros ceremoniales de culto a los antepasados, representados a través de gigantescas estatuas de piedra: los moais. Sin embargo, a mediados del siglo XVII, o quizás antes, la situación hizo crisis, estallando un feroz conflicto interno en el que la gran mayoría de los moais fueron destruidos por clanes rivales.

En 1888 el marino chileno Policarpo Toro, tomó posesión oficial de la isla, incorporándola al territorio chileno. Sin embargo, el gobierno chileno arrendó la isla a una compañía que la convirtió en una gran estancia ovejera, reduciendo a los indígenas a meros empleados de ésta. En 1966, Rapanui volvió al Estado chileno tras el término del arrendamiento, y, desde entonces, el desarrollo del turismo y la revaloración de su patrimonio arqueológico, han marcado una nueva relación entre sus habitantes y el Estado chileno, siendo la Dirección General de Aeronáutica Civil y la Fuerza Aérea de Chile, los encargados de apoyar incondicionalmente el desarrollo de la isla y la realización de una serie de acciones sociales, médicas, históricas y culturales, destinados a reforzar los lazos con rapanui y su gente.

19 de enero de 1951, a las 19:20 horas, fue cuando despegó desde el aeródromo La Florida, La Serena, el PBY- 5ª Catalina con rumbo a Isla de Pascua.

Después de 19 horas y 22 minutos de vuelo continuo y tras recorrer 2.047 millas náuticas, a las 14:14 horas del 20 de enero de 1951 el Manutara, como fuera bautizada la aeronave por los nativos, aterrizaba en su destino sobre una pista improvisada.

Aeronave restaurada. Se exhibe en el hall principal del Museo Aeronáutico.