Por Miguel Hernández Fernández.(colaborador español)El pasado 21 de diciembre de 2020, en la Base Aérea de Zaragoza, el Ejército del Aire español ha despedido oficialmente, con un sencillo y emotivo acto castrense, a sus aviones C-130 Hércules y al que asistieron muchos veteranos tripulantes, algunos llegados a Zaragoza en un C-130, en su último vuelo como avión del Ala 31.
El acto fue presidido por el Teniente General Villaroya, Jefe del Estado Mayor de la Defensa y antiguo piloto de C-130, y el Teniente General Salto, Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, y el Coronel Domínguez, Jefe del Ala 31, quienes en sus alocuciones destacaron la sobresaliente trayectoria de la Unidad y sus aviones y el orgullo de haber sido tripulantes de C-130.
En la base del Ala 31, Unidad a la que pertenecieron durante 47 años, sirvieron 12 aviones que constituyeron la fuerza principal de transporte de las fuerzas armadas españolas. Desde 1973 a España llegaron 12 aviones, 7 C-130H y 5 KC-130H, que recibieron la denominación T-10 para los transportes y TK-10 para aviones cisterna, incorporándose en 1988 un C-130H-30 para sustituir al que se perdió en 1980, en un accidente en Canarias. Esta versión es 4,7 metros más larga y recibió la denominación TL-10. Estos aviones formaron los Escuadrones 311 y 312, este último dedicado al reabastecimiento en vuelo, recibiendo el apelativo afectuoso de “Dumbos”.
En 1995 se inició la modernización de la flota, tanto estructural (alas y blindaje) como en aspectos de aviónica y sistemas defensivos, que les permitían operar con mayores garantías en ambientes hostiles.
Desde 1973 el Ala 31 ha perdido sólo un aparato con toda su tripulación, en 1980. En 1984 falleció un capitán que actuaba como observador en un lanzamiento en un C-130 norteamericano estrellado cerca de Zaragoza, durante unas maniobras de lanzamiento de paracaidistas a baja cota en 1984. En mayo de 2003 un avión Yak-42, que traía a militares españoles de regreso de una misión en Afganistán, se estrelló en la localidad turca de Trebzon, pereciendo 62 miembros de las fuerzas armadas españolas, de los que 9 pertenecían al Ala 31. Todos ellos tienen hoy un permanente recuerdo en la base del Ala 31, un árbol y una placa con su nombre y graduación, como símbolo del compromiso y valor de esta Unidad.
Durante estos años, con más de 200.000 horas de vuelo, sus intervenciones han sido constantes apoyando a las fuerzas armadas españolas: transporte de personal y material, reabastecimiento en vuelo, lanzamiento de paracaidistas y cargas, operaciones especiales o evacuaciones en zonas de guerra. También han intervenido bajo el mandato de la ONU en zonas de conflicto, habiendo realizado evacuaciones de personal y apoyo a fuerzas internacionales de paz.
Una mención especial requiere sus intervenciones en ayuda humanitaria. Después de producirse desastres naturales (huracanes, maremotos, terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas…), el Ala 31 es movilizada y, en cuestión de pocas horas, los aviones cargados con grandes cargas de material necesario para atender las necesidades más urgentes en las zonas afectadas, despegando hacia cualquier parte del mundo. Para ello, y en paralelo al despliegue de las unidades de vuelo, el personal de la Unidad trabajaba intensamente para obtener los permisos de las naciones sobre las que debían volar los aviones, proporcionando el mejor plan de vuelo posible para que las tripulaciones pudieran llevar la ayuda donde la necesitaran, haciendo valer el lema de la Unidad: “Lo que sea, donde sea y cuando sea”.