7.- El Manutara aterriza en el Museo.

Luego de un proceso de restauración que demoró dos años y medio, se ha incorporado a la colección de aeronaves del Museo un avión Catalina OA-10A, que representa al histórico avión anfibio que, al mando del capitán Parragué y sus hombres, unió por primera vez, vía aérea, el continente con Isla de Pascua en el verano de 1951.

RESEÑA HISTÓRICA:

El memorable vuelo de ida hasta la Isla de Pascua, como ya sabemos, resultó todo un éxito, pues tras sobrevolar el océano pacifico durante 19:22 horas el noble bimotor aterrizó en Mataveri el 20 de enero de 1951, uniendo por primera vez vía aérea el continente con esta lejana isla, cubriéndose una distancia de 2.047 millas náuticas (3.750 Km.).

Al iniciar el retorno días más tarde, el anfibio despegaba de noche desde el mar, pero estando ya sobre una ola el avión dio un bote provocando que el aparato se inclinara bruscamente hacia la izquierda, golpeando en las olas el flotador y destruyéndose parcialmente los montantes del mismo. Malogrado el despegue y a fin de evitar un desastroso carrusel, la tripulación intentó nivelar el anfibio, pero antes de lograrlo otra ola, esta vez en el lado derecho, impactó la punta del ala quebrándola y dañando además el blister de estribor.

Las obligadas e inmediatas labores de salvataje y rescate culminaron recién a las 05:00 horas de la madrugada, pero con la tripulación del anfibio sana y salva. El naufragado Catalina estaba notoriamente averiado pero a flote y fue amarrado al muelle de la bahía de Hanga Piko, pues como obviamente no existía en el lugar un varadero para hidros no fue posible subirlo a tierra en ese momento.

Días después y luego de retirar los motores, equipos de comunicaciones, instrumentales de navegación y meteorológicos, las baterías, etc. el avión fue transportado a la isla y la tripulación regresó al continente en la fragata “Covadonga”.

Así, el “Pájaro de la Suerte” quedó en el olvido por cerca de un año hasta que en el verano de 1952 la FACh envió un grupo de aviadores para evaluarlo y estudiar la posibilidad de su traída a Quintero. Este personal estuvo poco más de tres meses en la isla al cuidado del avión efectuando diversas reparaciones en su estructura, algunas de forma rudimentaria y en el mantenimiento de todos los sistemas del aparato, con la intención de poder regresar en vuelo hacia el continente.

Sin embargo, el Alto Mando ante el enorme riesgo que implicaba volar un avión accidentado al cual no se le habían efectuado las inspecciones profundas que el caso ameritaba, determinó suspender los vuelos locales de prueba programados y que el anfibio fuera traído de regreso a bordo de un transporte de la Armada.

Si bien es cierto este vuelo no pudo concretar su triunfal retorno por aire como estaba programado, aparte de ganarle la mano al capitán Taylor y su “Frigate Bird II” (Australiano, quien tenía similares ambiciones sobre un primer vuelo a Rapa Nui pero desde la Polinesia), significó un gran acontecimiento nacional dados los limitados medios tecnológicos con los cuales se llevó a cabo y sin duda alguna fue un gran estímulo patriótico para todos aquellos isleños que vieron en las alas de este anfibio un acercamiento real con sus hermanos del continente.